Padre Miguel (sacerdote de Madrid)
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Soy Miguel. Soy sacerdote de la diócesis de Madrid y llevo 20 años de sacerdote.
¿Cómo conocí Medjugorje? Pues, no me acuerdo. No recuerdo cómo fue, ni en qué momento. No recuerdo a alguien concreto que me hablara de una peregrinación, que estuviera o me hablara de las apariciones. No recuerdo en qué momento fue, tampoco le di una importancia muy grande de “esto es así, es verdadero” ni tampoco sentí un rechazo especial. No lo pensé mucho.
Vine por primera vez a Medjugorje hace nueve años, en 2013, por un compañero sacerdote que estaba conmigo en la parroquia y propuso la peregrinación. No había ninguna razón para decir que no, ya había oído más veces hablar de Medjugorje y un poco de curiosidad sí tenía. Y, siempre, un plan de ir a un santuario a rezar y acompañar a gente con deseo de encontrarse con el Señor, y sabiendo que ciertamente mucha gente se encontraba con el Señor, me resultó apetecible. Vine acoplado en un plan que no había montado yo pero la verdad es que vine contento de esa primera experiencia aquí en Medjugorje.
Para mí Medjugorje es un lugar de mucha paz. Es un lugar donde veo mucha fe, donde veo mucha sencillez en la relación con el Señor. Da gusto ver a tanta gente con una fe sencilla, con una fe verdadera. Hay mucha gente sencilla, buena y verdadera en muchos lugares pero aquí abunda esa gente que busca al Señor, que quiere escuchar al Señor, que quiere encontrarse con el Señor, que quiere encontrarse con la Virgen, que quiere cambiar su vida y que viene con ese deseo y que viene con fe. Todas las experiencias que he tenido hasta ahora son experiencias bonitas de grupos distintos con gente muy variada, en las que acaba sucediendo que la gente se encuentra con el Señor de una manera muy bonita y a través de las cosas muy sencillas que se nos proponen, que son las que nos ha propuesto la Iglesia toda la vida, pero que suceden. La gente reza, la gente se confiesa, la gente celebra la Misa con tranquilidad, comparte la fe y, la verdad, es una experiencia muy bonita. Muy bonita.
Lo que más me gusta de Medjugorje probablemente sean las confesiones. En la explanada, además. Tiene algo esa explanada. He confesado muchas veces en muchos sitios, también en Medjugorje, en el hotel o en la montaña también he confesado, pero la explanada tiene algo. Está allí la gente esperando, está la gente haciendo cola, ves un montón de sacerdotes, un montón de gente que habla distintos idiomas queriendo encontrar con el Señor, a veces esperando mucho tiempo porque muchas de esas confesiones son confesiones largas. Mucha gente lleva mucho tiempo sin confesarse o nota un deseo o la fuerza de confesar cosas que nunca habían confesado o, incluso, se acuerdan de cosas que ni se acordaban. Abundan las confesiones profundas, preciosas. La gente sale muy tocada y yo experimento una alegría muy grande de ser testigo e instrumento del Señor en esas confesiones. Desde luego, es de las cosas que más me impactan y que más me gustan de Medjugorje.
Creo que una de las cosas de Medjugorje que más me ayuda en el ministerio es la sencillez de las cosas de toda la vida. El Señor, lo primero; la oración, lo primero; la Eucaristía, la confesión, la Palabra de Dios, el ayuno. Y el mensaje de las cinco piedras, que vale para todas partes y que son cinco regalos maravillosos para nuestra vida cristiana habitual y que los tenemos en Madrid o cada uno donde esté y que son realmente un regalo y un camino precioso y sencillo y a mano de casi todos. A veces en España y en Madrid estamos “mal acostumbrados” a que haya confesiones todavía en bastantes sitios con mucha facilidad y un montón de Misas, pero, desde luego, son cosas que tenemos realmente al alcance de nuestra mano y que son un privilegio. No hay que inventarse grandes cosas sino poner el corazón en el Señor a través de estas cosas tan concretas y tan fundamentales.
A los sacerdotes les diría “ven y verás; por Sus frutos lo conoceréis”. Aunque no tengas muchas ganas, aunque te de pereza, incluso con más motivo si no crees en nada de esto, ven. Ven a ver gente que se encuentra con el Señor, ven a rezar, ven a acompañar a gente. Ven. Ven y verás. Como tantas experiencias y cosas bonitas que he vivido, ven y verás. Me gusta cuando el Bautista señala y dice “este es el Cordero de Dios” y se van los otros dos detrás y dicen “Maestro, ¿donde vives?”, y Él no les dice “soy la segunda persona de la Santísima Trinidad, no pasa nada; es un misterio pero luego lo entenderéis; yo soy verdadero Dios y verdadero Hombre a la vez; voy a morir, voy a resucitar, y luego vendrá el Espíritu Santo y os explicará todo”. No. Les dice “venid y lo veréis”. Y ya está. Ven y verás. Creo que conoces a mucha gente que ha ido y ha vuelto feliz. Pues yo, personalmente, te digo, ven. Ven y verás.
Medjugorje, julio 2022
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